Queridos amigos
hoy emprendo mi viaje a Santiago del Estero y voy a instalarme en un lugar de esta provincia argentina llamado La Banda, donde el Padre “Pepe” di Paola se encuentra desde hace unos meses y donde ha comenzado a “dar vuelta” a este pedazo de tierra que le fue confiado con su habitual ingenio.
Es una zona muy extensa, con villas miseria del tipo ya conocido en la provincia de Buenos Aires, barrios obreros, vastas zonas rurales marcadas por un conjunto de necesidades básicas. Hace unos meses, el Papa Francisco la convirtió en Sede Primacial, y antes hizo santa a una mujer extraordinaria de estos lugares, Mama Antula. Pronto, además, conoceremos sus intenciones respecto al tan esperado viaje a su país.
Me parece más apropiado confiar la noticia de este cambio a una carta por la amistad que me une a vosotros desde hace tanto tiempo, de visu o virtual -me refiero a quienes no conozco y leen lo que habitualmente público en el blog de Contraluz-. Seguiré escribiendo o informando de cosas escritas por otros como hasta ahora, pero desde un punto físico diferente de Argentina.
En 2014 me vine a vivir a una villa miseria del Gran Buenos Aires, donde estuve más de diez años, tantos como Tierras de América primero, Contraluz después. Escribir no ha sido mi actividad principal estos últimos años, pero no la he abandonado y tampoco la abandonaré ahora.
Al comenzar este nuevo viaje, en sentido kilométrico son más de mil kilómetros, pero sobre todo en sentido metafórico, confío una vez más en la inteligencia y en la fuerza que Dios me dará para ser útil a la gente de allí y a su reino. Les ofreceré la amistad, la fe y la esperanza que Él puso en mí allá por 1969, haciéndome encontrar el carisma de don Giussani.
Con afecto,
Alver