Su nombre de pila es María Antonia de Paz y Figueroa, pero es conocida como Mama Antula (Mamá Antonia), en la lengua indígena quichua. Vivió en Argentina en el siglo XVIII. Una vida extraordinaria, dedicada a anunciar el Misterio de Dios hecho carne a sus contemporáneos. Vivió en los años de la destrucción de las reducciones de la Compañía de Jesús; una vez expulsados los jesuitas por la realeza de Portugal y España, a instigación de masones y secularistas, se comprometió a seguir predicando los ejercicios espirituales que ya no podían dar. Se cree que fueron más de 70.000 laicos y laicas para quienes Mama Antula organizó los ejercicios en la Casa que en 1795 logró fundar con este propósito en Buenos Aires. Para llegar a la capital de Argentina, caminó descalza durante 4000 kilómetros a través de las salinas, los bosques, los cerros de la Pampa, las llanuras interminables de su entonces inhóspito territorio. Es una de esas figuras que al Papa Francisco le encanta hacer santos, y lo hará el próximo 11 de febrero, día -no por casualidad- de las apariciones de Lourdes a un joven “cartonera” de esos lugares. Será la primera santa argentina.
La historia de Mama Antula, una mujer “secular e intrépida”, se cuenta en un libro que ha visto la luz en los últimos tiempos, y que fue presentado en Roma por las dos autoras, junto con los Estados Mayores de la comunicación del Vaticano. Se llama Mama Antula, la fede di una donna indómita.
El enlace lleva a dos artículos, en español e italiano, que hablan de ella, de su historia y del legado que deja su vida. Cosas, todas, que vale la pena conocer…