La historia comienza donde termina Apocalypto , la de Álvaro del Cerro y su hijo Santiago, ambos soldados en la expedición de Hernán Cortés en México. El primero, escribano de aldea, hombre de su tiempo, una amalgama inextricable de religión, espíritu de aventura, sed de riqueza; influenciado principalmente, el segundo, por las posiciones intelectuales entonces emergentes de las órdenes monásticas que acompañaban la conquista como una aventura espiritual dedicada a la conversión del pueblo y la incorporación de territorios nuevos para la cristiandad.
Los dos diferentes temperamentos – el del padre y el hijo – emergen, confrontándose entre ellos, durante los preparativos de la expedición de Cortés, hasta el desembarco y las primeras batallas contra los mayas de la costa centroamericana.
En una de estas batallas Santiago desaparece, asesinado – es lo que cree el padre – por los nativos belicosos. El hecho sacude a Álvaro del Cerro, pero la expedición continúa: en el fondo, detallados evocados, la figura de Hernán Cortés y los capitanes principales que han participado en la Conquista de México (Alvarado, Sandoval, Ordás y otros), y los episos que han llevado a la destrucción del imperio Aztec: desde el hundimiento de las naves hasta las batallas con los tlaxcaltecas, desde la alianza fundamental con estos últimos hasta el ingreso pacífico de las tropas de Cortés in Tenochtitlán, desde la relación enigmática de Cortés hasta la muerte del emperador, desde la sublevación de sus súbditos hasta la desastrosa escape de los españoles de la ciudad sobre el lago, el sitio y la sangrienta reconquista de Tenochtitlán.
El epílogo está lleno de acontecimientos sorprendentes.
La novela es el resultado de un amplio trabajo de investigación, atestiguando la exactitud histórica con la cual se construye. El autor ha realizado búsquedas en Santo Domingo, Cuba y en México, de donde recorrió -en el arco de tres años- la ruta de Cortés y de su expedición.
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Los dioses inútiles – CONTRALUZ