El paso del caballo

(Alver Metalli) En el avión de regreso del viaje por Asia y Oceanía, le preguntaron al Papa si ahora será el turno de Argentina, quizás con escala en las Islas Canarias. Él respondió: “Me gustaría ir pero aún no está decidido, hay cosas que resolver primero”. Antes de partir había dicho que a su regreso a Roma decidiría, principalmente en base a cómo se sentía físicamente después de un viaje tan largo y exigente como el que estaba por comenzar. A la espera de su decisión, hay dos eventos programados en el Vaticano para lo que resta del mes de septiembre que tienen que ver con la Argentina. Una audiencia prevista con la dirección sindical de la CGT y un simposio con representantes de los movimientos sociales unos días después, probablemente el día 20, para conmemorar el décimo aniversario del primer encuentro mundial de los movimientos populares inaugurado por el propio Papa Francisco. En el grupo de los primeros que serán recibidos en audiencia – los sindicalistas de la central obrera de origen peronista – están también los secretarios generales, entre los segundos una figura muy conocida, Jean Grabois, designado consultor del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral por el propio Papa.

Generalmente el Papa utiliza canales informales para dar a conocer sus decisiones. Principalmente obispos -pero también periodistas- del país candidato a la visita que acuden a él en Santa Marta por los más variados motivos. En el caso de Argentina había reiterado su deseo de viajar a varios de ellos que lo habían visitado en diferentes momentos en 2024 y antes. Pero no es una regla confiar sus planes a los presbíteros, especialmente en el caso del Papa Bergoglio, a quien podría utilizar como ” vehículo” de un anuncio largamente esperado a otras personalidades o instituciones más seculares. Los responsables de las comunicaciones del Vaticano lo saben bien y a menudo se ven obligados a perseguir decisiones que ven anunciadas por los medios seculares.

Otro dato para destacar es que, mientras el Papa Francisco se encontraba entre uno y otro de los cuatro países que acaba de visitar, en su país de origen se estaba llevando a cabo una ceremonia inédita que él mismo había querido: la entrega del título de Iglesia Primada de Buenos Aires a Santiago dell’Estero, la diócesis más antigua del país sudamericano. El primer acto tuvo lugar en la catedral de la capital argentina el domingo 25 de agosto, el segundo tuvo lugar el sábado 7 de septiembre con toda la jerarquía en fila, incluido el nuncio apostólico.

Incluso antes, en febrero de este año, el Papa Francisco había santificado a una mujer de estos lugares, María Antonia de Paz y Figueroa, alias Mamá Antula, una figura muy querida por los argentinos. Mamá Antula terminó su epopeya en Buenos Aires en 1799 y sus restos están enterrados en la Basílica de Nuestra Señora de la Piedad. Pero ya hay quienes piden el regreso de su cuerpo al lugar donde comenzó su extraordinaria aventura misionera, precisamente en Santiago del Estero.

¿Por qué no pensar que el propio Papa podría decidir mudarse de una periferia, la asiática, a otra, la argentina, a cientos de kilómetros de Buenos Aires?