Es el del español Armand Puig que publica “Antoni Gaudí, vida y obra”, y lamenta que «no se puede interpretar a Gaudí ni su obra al margen de la fe cristiana y de su profundo catolicismo», y que hacerlo «lleva a graves confusiones interpretativas». A continuación, el doctor en Ciencias Bíblicas y presidente de la agencia del Vaticano que evalúa la calidad de las universidades eclesiásticas dedica casi 400 páginas a explicar por qué. [En la foto Antoni Gaudí, durante la procesión de Corpus Christi, en 1924]
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(Guillermo Altarriba Vilanova, El Debate). Antoni Gaudí, vida y obra está publicado en castellano por Arpa y en catalán por Pòrtic, y se trata de «la biografía definitiva de Gaudí», según el filósofo Francesc Torralba. Un trabajo exhaustivo y meticuloso en el que el autor ha querido borrarse del mapa y dejar que hablen las fuentes y los testimonios de primera mano, con el objetivo de dibujar un retrato fidedigno del genial arquitecto reusense que ideó, entre otras obras maestras, la Sagrada Familia de Barcelona.
–Sobre Gaudí se ha escrito muchísimo. ¿Qué novedad aporta esta biografía?
–Gaudí un personaje muy atractivo, un genio comparable a Leonardo DaVinci. Lo que aporta este libro es el rigor de las fuentes. Muchos libros sobre Gaudí son novela histórica, o directamente fantasía, pero en este yo no hago ninguna afirmación que no tenga verificada por una fuente u otra, ya sea lo que él escribió –que fue poco–, lo que dijeron sus coetáneos o lo que dice su obra.
–Y, según ha concluido, el retrato de Gaudí que dibujan estas fuentes es el de un hombre profundamente guiado por su fe cristiana.
–A veces se ha querido disociar a Gaudí de sus convicciones, pero si quieres hacer una biografía seria no puedes hacer eso. Cuando intentas entenderlo, te das cuenta de que la fe cristiana es el eje de su vida, que se irá clarificando y haciéndose más firme con el paso del tiempo.
–En el libro usted habla de un proceso que va «de menos a más», una suerte de purificación que concluye en unos años de vivencia mística.
–Te lo explicaré con un ejemplo. A Gaudí le dicen con 31 años si quiere sustituir al arquitecto que hasta entonces estaba haciendo la Sagrada Familia, y él acepta pensando que en diez años lo tendrá listo. Piensa que es un gran arquitecto y que su iglesia será la admiración de todos… pero esa es una afirmación propia de alguien con el ego inflado, y el de arriba le esperaba. Al final de su vida, Gaudí acepta que él no acabaría el templo, que lo harían las siguientes generaciones y que cada una de estas aportará lo suyo. Entre estas dos frases, claro, hay un cambio: una acentuación de su comprensión de la vida en clave de fe cristiana.
–¿…hasta el punto de que se le pueda considerar santo?
–Yo creo que, especialmente en los últimos 12 años de su vida, hay elementos suficientes, de vivencia heroica de las virtudes cardinales y teologales, como para afirmar que Gaudí es santo. «Santidad» es una palabra gruesa, pero un santo no surge como una seta, sino que se va construyendo intentando entender qué quiere Dios de él. Hablar de la santidad de Gaudí no es exagerar, sino simplemente decir que, en su inocencia, este hombre afirmó su fe de una manera muy sólida y la vivió de manera heroica.
–¿En qué punto se encuentra la causa de beatificación de Gaudí?
–Está en un buen momento. Ya han pasado las comisiones y se espera que en breves el Papa Francisco pueda declarar Venerable a Gaudí, que es el paso previo para la beatificación.
–¿Podemos apreciar este catolicismo de Gaudí en sus obras, más allá de las iglesias?
–Si bajas por el Paseo de Gracia, ¿qué hay arriba de todo de la Casa Batlló? Una cruz. ¿Y encima de la Pedrera? Una eme de María, y estaba proyectada una escultura de la Virgen con Jesús y los arcángeles san Miguel y san Gabriel. Gaudí intenta cristianizar la ciudad de Barcelona, y es muy consciente de que hay fuerzas por el otro lado: es muy consciente del reto de los movimientos anarquistas, entre otros.
–¿Qué pensaría Gaudí si viera la mayoría de edificios contemporáneos, tan ajenos a la exuberancia y el detallismo que tanto le fascinaba?
–Bueno, él tiene una frase sobre Le Corbusier que es dinamita pura: dice que lo que hace son «cajas de zapatos». Gaudí entiende que el arte ha de permear la arquitectura: para él la arquitectura funcional es una catástrofe. La funcionalidad ha de existir –él pone todo lo necesario para que la gente viva bien en las casas que hace–, pero lo más importante es la belleza.
–Por terminar, volviendo a la cuestión de la beatificación de Gaudí. ¿Qué puede imitar un cristiano del siglo XXI de su forma de vivir la fe?
–Varias cosas. Podemos imitar la gran fe que tenía en la providencia de Dios, su autenticidad y también su sentido del sacrificio: él cree en el trabajo, en el esfuerzo y en la donación, algo que choca en un mundo replegado sobre los valores del mercado y la ganancia. Gaudí no hace las cosas para hacerse rico, sino por la gloria de Dios: de hecho, cuando murió lo hizo sin prácticamente nada,
–¿Qué le respondería a quien le acuse de escribir así sobre Gaudí porque usted es sacerdote?
–Que yo soy sobre todo profesor de Nuevo Testamento. Soy biblista, y este libro lo he escrito desde la metodología exegética, aunque desde mi condición de presbítero todo esto me resulta muy familiar y agradable, claro.