Plaza de San Pedro

En el segundo número de la revista «Plaza de San Pedro» -diseñada para el tiempo del Jubileo- el Papa, como había prometido, responde a una carta entre las muchas recibidas durante este tiempo. La escribió -por supuesto- antes de su ingreso en el Hospital Gemelli y es posible que responda también a una tercera carta en el próximo número, su estado nuevamente complicado tendrá una mejora como todos esperamos. La respuesta papal publicada en el segundo número se dirige a una mujer llamada Cinzia, una madre romana que perdió a su hijo Fabrizio, de 21 años, en un accidente de coche.

En su carta al Papa relata su dolor, su vuelta a la fe y, sobre todo, las preguntas que la atormentan. «Después de la tragedia mi marido y yo nos hundimos en la oscuridad de las tinieblas, sentimos odio, rabia, dolor y perdimos la fe. Luego, el 8 de diciembre de 2019, gracias a María, volví a conectar con mi fe y empecé a rezar de nuevo; mi marido, en cambio, no puede hacerlo». La mujer y su marido se hicieron voluntarios de la Cruz Roja. Y fundaron una asociación sin ánimo de lucro, «Juntos por Fabrizio», para promover la seguridad vial. Entonces las preguntas al Papa: «¿Por qué el Señor no salvó a Fabrizio dandonos este gran dolor siempre presente en nuestros corazones? ¿Y dónde está Fabrizio? ¿Está en el cielo? ¿Se ha convertido en nuestro ángel de la guarda?».

Francisco decidió seleccionar la carta entre las muchas que recibió. «No hay ni siquiera palabras para dar un nombre a una madre o a un padre que pierde a un hijo. La mujer que pierde a su marido es viuda. El marido que pierde a su mujer es viudo. El hijo que pierde a uno de sus padres es huérfano. Pero para el padre que pierde a su hijo no hay palabra».

Del texto se desprende claramente que las palabras de la madre conmovieron al Pontífice. «Sabed que estoy con vosotros, y quisiera poder consolaros como Jesús consoló a los afligidos y alentó la esperanza», subraya Francisco en el texto difundido en estas horas pero escrito antes de su ingreso en la policlínica Gemelli. Y de nuevo: «La respuesta a tus preguntas parte de una premisa. Pide siempre la intercesión de María, que tanto te ha ayudado y estará siempre cerca de ti y de tu marido Antonio». Luego cita la oración de Don Tonino Bello «Virgen de la espera»: «Santa María, mujer de la espera, consuela el dolor de las madres por sus hijos que, habiendo salido un día de casa, nunca han vuelto». Y el Papa añade: «No podemos tener todas las respuestas ante el misterio del sufrimiento inocente. También hoy María participa y comparte vuestro dolor como Madre de la humanidad, Madre de todos nosotros. Una madre cercana, que permanece en silencio y acompaña cada corazón roto. Me ayudan también unas palabras de san Juan Pablo II: «No hay mal del que Dios no sepa sacar un bien mayor». Y esto debe darnos esperanza, queridos Cintia y Antonio. En la oración, en la gracia que Dios nos regala cada día sin medida, en el progreso de nuestro camino de fe, en nuestra vida sacramental, abramos sinceramente nuestro corazón. Jesús, que llora con nosotros, sembrará en nuestros corazones todas las respuestas que buscamos. El encuentro con Él es el Amor que salva, el Amor más grande que todo mal».